Xavier Rius
Lunes, 16 de febrero del 2015
El electoralismo de algunos candidatos del PP ya vulnera el acuerdo con gestos de cariz islamófobo
El pacto antiterrorista firmado por Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, además de proponer reformas legislativas y materiales para combatir el yihadismo,
acuerda en su punto sexto "poner en marcha políticas activas eficaces
en la erradicación de cualquier forma de radicalización violenta,
incluidas las expresiones de racismo, xenofobia o discriminación,
motivadas por la intolerancia respecto a distintas opiniones, creencias o
confesiones religiosas". Así entiende que la lucha antiterrorista no
puede hacerse a costa de criminalizar algunos colectivos.
El acuerdo rechaza las reacciones islamófobas que se han acrecentado en lugares de Europa donde se alzan voces que presentan a la población musulmana o
descendiente de musulmanes como potencialmente sospechosa, proponen
establecer limitaciones a su culto y sugieren deportaciones. En Alemania
ha tomado impulso el movimiento Pegida, creado por Lutz Bachmann, un personaje con amplio historial delictivo. Y ante el resurgir de estas voces, Angela Merkel, afirmó: "El islam, junto al cristianismo y al judaísmo es también parte de Alemania".
En Francia, de donde han partido cientos de voluntarios a luchar con
el Estado Islámico y que sufrió los atentados de enero, el Gobierno de Hollande ha
reconocido que la falta de oportunidades en las 'banlieues' es uno de
los factores que puede animar a determinado perfil de jóvenes a sumarse
al terrorismo deseosos de formar parte de un colectivo victorioso. Y la
ministra de Educación y Laicidad, Najat Vallaud-Belkacem -hija de
magrebís-, es una de los responsables políticos a quien se ha
encomendado trabajar por una mayor igualdad de oportunidades de los
jóvenes y por asentar una laicidad del Estado compatible con todas las
creencias. Unas propuestas muy distintas a las del Frente Nacional que,
criminalizando a parte de la población, desea sacar réditos electorales. Y
una cosa es rechazar determinadas interpretaciones del Corán, cuyas
primeras víctimas son los mismos musulmanes, y otra muy distinta poner
el foco sobre unos colectivos.
La historia de Europa está llena de episodios en los
que se mataba en nombre de la 'religión verdadera' y en el Antiguo
Testamento hay fragmentos llamando al castigo violento. Pero Europa
generó la Declaración de Derechos del Hombre, vivió la Ilustración,
asumió las ideas de Voltaire y de la laicidad. El islam carece de
califa desde 1924, un largo periodo en que el mundo ha vivido grandes
cambios científicos y sociales. Cambios que rechaza el salafismo
violento y el wahadismo saudí. Y frente a ellos surgen en Europa y en el
mundo árabe pensadores que ven compatible el islam con la libertad y la
laicidad. Desde el teólogo Ghaleb Bencheikh, que aboga por recuperar el humanismo musulmán, a Fatima Mernissi, que cuestiona la literalidad de fragmentos del Corán y propone reinterpretar otros, a Malek Hebel con su libro, 'El islam de la razón', o el filósofo Abdennour Bidar, que ha llamado a reformar el islam en 'Carta abierta al mundo musulmán'.
Pese a que afortunadamente en Catalunya y España no
se han producido manifestaciones importantes de islamofobia, se acercan
las elecciones municipales y parece que algunos que ya sacaron réditos
hace cuatro años se prestan a repetirlo, contradiciendo lo que dice el
punto seis del pacto. No me refiero solo a Plataforma per Cataluya,
desgastada por sus luchas internas, sino, sobretodo a Xavier García Albiol en
Badalona. que antes de ser alcalde rechazaba el derecho a ubicar
mezquitas en el casco urbano o en el extrarradio. Y ya como alcalde,
puso todo tipo de trabas para que los musulmanes pudieran alquilar
durante el Ramadán equipamientos, impidió que a falta de local se rezara
en determinadas plazas, y aplicando una rigidez nada habitual con los
locales de otras asociaciones y entidades, precintó hace una semanas,
convocando a la prensa, un centro cultural islámico por una infracción
administrativa que podía haberse resuelto con un requerimiento
administrativo o una multa.
En su campaña a la alcaldía, apoyado por Alicia Sánchez Camacho, Albiol se
sirvió de la islamofobia y de los falsos rumores de que los inmigrantes
acaparan servicios, incumplen normativas y no pagan impuestos, entrando
en una dinámica en la que se retroalimentaba con Josep Anglada y a la que se sumó Duran Lleida con afirmaciones como que no podía ser que nacieran más Mohameds que Jordis. Y estas últimas semanas, al mismo tiempo que Albiol cerraba
el centro islámico, candidatos del PP de diversos municipios catalanes
han hecho gestos y declaraciones que sin lugar a dudas vulneran el punto
seis del pacto antiterrorista. Esta por ver si el PP desde Madrid lo
permitirá de nuevo, o exigirá el cumplimiento del pacto.
La islamofobia no es un delito, es una opinión. Muy justificada, por cierto. Y a mi modo de ver, también muy legítima, objetiva y realista. Hay un proverbio zen que dice: Cuando el dedo señala la luna, el idiota mira el dedo. No mires el dedo, Xavier, sino la luna. No importa que quienes digan que el islam es una ideología totalitaria más peligrosa que el nazismo y que debería estar prohibido sean unos nazis, o si estuvieron en la cárcel, o si son gente que si pudiera mataría negros, etc. etc. Quédate con las verdades que dicen cuando las dicen, sin mirar si el dedo pertenece a un criminal o no. Tú mira la luna, que es lo que interesa. [No estoy justificando a los asesinos o potenciales asesinos de negros o de musulmanes o de quienes sea (aunque ojo, por otra parte deberías replantearte tu filosofía de que ABSOLUTAMENTE SIEMPRE la respuesta que hay que dar a una agresión ha de ser la no-violencia: existe una cosa que se llama «legítima defensa», que a veces tiene que ser armada, y aunque tú no creas en ello, el pueblo tiene derecho a no ser tan inteligente o pacifista como tú, ya que no corresponde a una minoría como la pacifista decidir sobre el país, sino al pueblo).] ESCUCHA BIEN: Diecisiete veces al día, con ocasión de sus rezos, los musulmanes deben recitar el primer sura del Corán, la fatiha, sin lo cual sus rezos no serán válidos a los ojos del Omnipotente. Ahora bien, el profesor Sami Aldeeb demuestra contundentemente que la fatiha es una incitación al odio, a la violencia o a la discriminación contra los judíos y los cristianos, pero también contra los no-musulmanes. (Sami ALDEEB, La Fatiha et la culture de la haine : Interprétation du 7e verset à travers les siècles, CreateSpace Independent Publishing Platform 2014.)
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