Xavier Rius, El Periódico a 25 de maig de 2016
El més greu del desallotjament del camp d'Idomeni, que va deixar de ser lloc de trànsit quan Macedònia va tancar la frontera, no és la seva clausura en si mateixa, sinó que Europa segueix sense donar una resposta humanitària i realista d'acord amb el dret internacional per acollir aquells que fugen de la guerra, cosa que traeix els seus valors fundacionals. I és que ni s'han habilitat vies segures per arribar a Europa -la ruta s'ha desviat a Líbia i Itàlia, molt més perillosa-, ni s'està complint l'acord dels Vint-i-vuit per reubicar els que havien arribat abans, ni es donen -i això és el més greu- els requisits perquè es pugui considerar Turquia un país segur i respectuós amb els drets humans, la premissa en la qual se sustenta el vergonyós acord del 18 de març amb què es va donar per tancada la ruta balcànica i es va acordar la devolució dels que arribessin a Grècia a partir del 20 de març.
Alliberar els estats del nord
Aquest acord es va fer per alliberar Alemanya, Àustria i altres
estats del nord de la pressió migratòria arran de l'arribada per lliure
de més d'un milió de refugiats i la incapacitat o la falta de voluntat
de les institucions europees i de la majoria dels governs dels
Vint-i-vuit per complir els acords de començaments de tardor de
redistribuir 160.000 de les persones que estaven entrant per Grècia i
Itàlia. Una xifra insignificant per a una Europa de 510 milions
d'habitants. I és que malgrat que les autoritats espanyoles es van fer
ahir la foto amb un grup de sirians i iraquians arribats a Barajas, fins
fa dos dies només havien vingut a Espanya una trentena dels 15.000
refugiats acordats inicialment.
L'acord del 18 de març amb Ankara estableix que es tornarà a Turquia
aquells que arribin a les illes gregues a excepció de menors, malalts i
dones embarassades, ja que el dret humanitari impedeix la seva
deportació. A canvi, la UE acollirà un màxim de 70.000 sirians o
iraquians que es troben en camps de Turquia. I al marge d'això, la Unió
hauria de reubicar els que van arribar abans del 20 de març.
Més enllà de la perversitat moral d'intercanviar unes persones per
unes altres, i de la ridiculesa de la xifra de 70.000 nous refugiats que
Europa s'ha compromès a acollir, ni s'ha dotat Grècia dels funcionaris i
intèrprets per tramitar les sol·licituds dels que fa mesos que esperen o
dels que segueixen arribant, ni hi ha un marc legal clar per decidir
qui pot ser retornat.
El paper clau de Turquia
I tot això es fonamenta en la consideració de Turquia com a país en
què es garanteix la vida als refugiats. A canvi dels 6.000 milions
d'euros promesos a Turquia, s'externalitza fins i tot la frontera
turco-siriana el mur on els exiliats seran detinguts per la policia i
l'Exèrcit turcs i obligats a tornar a Síria, mentre Turquia readmetria
els deportats des d'Europa. I Turquia rep com a compensació la supressió
de visats als seus ciutadans per entrar a la Unió, l'acceleració del
seu ingrés a la UE i la millora de les condicions comercials en el
període transitori, oblidant la deriva autoritària del president Erdogan, que allunya més que mai aquest país dels estàndards i requisits precisos per ingressar a la Unió.
Els diferents governs europeus justifiquen el pacte amb Turquia i la
pretensió de barrar el pas a nous refugiats per la insolidaritat d'uns i
la necessitat d'aturar una ultradreta que creix. Però amb la inacció de
la majoria dels Vint-i-vuit i la incapacitat de crear mecanismes i vies
legals d'entrada no només engrandim el patiment dels refugiats -a qui
neguem protecció alhora que enriquim les màfies de les noves rutes- sinó
que alimentem el caldo electoral de la ultradreta. Mentim la ciutadania
prometent, per aplacar els ultres, mà dura amb els que vulguin venir i
un impossible (i contrari als principis europeus) tancament de portes. I
amb més fracassos de la UE, més vots aconseguiran els que volen
destruir-la.
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Lo más grave del desalojo del campo de Idomeni, que dejó de ser lugar de tránsito cuando Macedonia cerró la frontera, no es su clausura en sí misma, sino que Europa sigue sin dar una respuesta humanitaria y realista acorde con el derecho internacional
para acoger a aquellos que huyen de la guerra, traicionando así sus
valores fundacionales. Y es que ni se han habilitado vías seguras para
llegar a Europa -la ruta se ha desviado a Libia e Italia, mucho más peligrosa-, ni se está cumpliendo el acuerdo de los Veintiocho para reubicar a los que llegaron antes, ni se dan -y eso es lo más grave- los requisitos para que se pueda considerar a Turquía
un país seguro y respetuoso con los derechos humanos, la premisa en la
que se sustenta el vergonzoso acuerdo del 18 de marzo con el que se dio
por cerrada la ruta balcánica y se acordó la devolución de quienes
llegasen a Grecia a partir del 20 de marzo.
Dicho acuerdo se hizo para liberar a Alemania, Austria y otros estados del norte de la presión migratoria tras la llegada por libre de más de un millón de refugiados y la incapacidad o la falta de voluntad de las instituciones europeas y de la mayoría de los gobiernos de los Veintiocho para cumplir los acuerdos de inicios de otoño de redistribuir a 160.000 de las personas que estaban entrando por Grecia e Italia. Una cifra insignificante para una Europa de 510 millones de habitantes. Y es que pese a que las autoridades españolas se hicieron ayer la foto con un grupo de sirios e iraquís llegados a Barajas, hasta hace dos días solo habían venido a España una treintena de los 15.000 refugiados acordados inicialmente.
Dicho acuerdo se hizo para liberar a Alemania, Austria y otros estados del norte de la presión migratoria tras la llegada por libre de más de un millón de refugiados y la incapacidad o la falta de voluntad de las instituciones europeas y de la mayoría de los gobiernos de los Veintiocho para cumplir los acuerdos de inicios de otoño de redistribuir a 160.000 de las personas que estaban entrando por Grecia e Italia. Una cifra insignificante para una Europa de 510 millones de habitantes. Y es que pese a que las autoridades españolas se hicieron ayer la foto con un grupo de sirios e iraquís llegados a Barajas, hasta hace dos días solo habían venido a España una treintena de los 15.000 refugiados acordados inicialmente.
El acuerdo del 18 de marzo con Ankara establece que se devolverá a Turquía a aquellos que lleguen a las islas griegas a
excepción de menores, enfermos y mujeres embarazadas, ya que el derecho
humanitario impide su deportación. A cambio, la UE acogerá a un máximo
de 70.000 sirios o iraquís que se encuentran en campos de Turquía. Y al
margen de ello, la Unión debería reasentar a los que llegaron antes del
20 de marzo.
Más allá de la perversidad moral de intercambiar a unas personas por
otras, y de lo ridículo de la cifra de 70.000 nuevos refugiados que
Europa se ha comprometido a acoger, ni se ha dotado a Grecia de los
funcionarios e intérpretes para tramitar las solicitudes de los que
llevan meses esperando o siguen llegando, ni hay un marco legal claro
para decidir quién puede ser devuelto.
El papel clave de Turquía
Y todo ello se fundamenta en la consideración de Turquía como país en
el que se garantiza la vida a los refugiados. A cambio de los 6.000
millones de euros prometidos a Turquía, se externaliza hasta la frontera
turco-siria el muro donde los exiliados serán detenidos por la policía y
el Ejército turcos y obligados a regresar a Siria, mientras Turquía
readmitiría a los deportados desde Europa. Y Turquía recibe como
compensación la supresión de visados a sus ciudadanos
para entrar en la Unión, la aceleración de su ingreso en ella y la
mejora de las condiciones comerciales en el periodo transitorio,
olvidando la deriva autoritaria del presidente Erdogan, que aleja más que nunca a este país de los estándares y requisitos precisos para ingresar en la Unión.
Los distintos gobiernos europeos justifican el pacto con Turquía y la
pretensión de cerrar el paso a nuevos refugiados por la insolidaridad
de unos y la necesidad de parar a una ultraderecha que crece. Pero
con la inacción de la mayoría de los Veintiocho y la incapacidad de
crear mecanismos y vías legales de entrada no solo acrecentamos el
sufrimiento de los refugiados -a quienes negamos protección al tiempo
que enriquecemos a las mafias de las nuevas rutas- sino
que alimentamos el caldo electoral de la ultraderecha. Mentimos a la
ciudadanía prometiendo, para aplacar a los ultras, mano dura con los que
quieran venir y un imposible (y contrario a los principios europeos)
cierre de puertas. Y con más fracasos de la UE, más votos conseguirán los que quieren destruirla.
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Sugiero investigar esta derivación del caso Ausbanc (conversación entre Luis Pineda y Antonio Miguel Carmona publicada por El Confidencial):
ResponEliminaL: Aparte de que la radio que estamos... que hemos montado en internet va como un tiro, así que...
A: Pero aparte que fui, fui a verte allí, me hicieron una entrevista.
L: Sí, me lo dijeron, y digo: "Joder". Pues que sepas que vamos bastante bien por ahí, la estamos volviendo a montar con fuerza ¿eh? Lo que me falta es una antena, si te enteras de una antena...
A: Vale, vale, si me entero...
L: Si te enteras de una antena, la alquilamos, la compramos, lo que sea.
A: Venga.
L: ¿Eh? Porque por internet llegamos a unas 15.000 personas interesadas, que a veces es mucho, pero con la antena llegaríamos a 30, 40, 50.000.
¿Qué cadena es esa de la que hablan? ¿Puede ser Cadena Ibérica? ¿Por qué Norberto Pico (locutor de CI y Jefe de FE-JONS) defiende con tanto ahínco a Ausbanc? ¿Por qué el Hogar Social Madrid (con constante presencia en CI) ocupó las oficina de Afinsa/Forum Filatélico? ¿A quién le beneficiaba que las ocupase? ¿De qué viven los liberados del Hogar Social Madrid y de dónde sacan el dinero para sus campañas?