dijous, 3 de maig del 2018

HOY QUE ETA ANUNCIA SU DISOLUCIÓN DEFINITIVA, REPRODUZCO AQUÍ ALGUNOS ARTÍCULOS QUE PUBLIQUÉ EN LOS AÑOS OCHENTA O NOVENTA EN EL MUNDO, EL PAÍS y AVUI



ETA Y HB EN SU SENDERO LUMINOSO
 El Mundo, 2 de julio de 1994





El Mundo, sábado 2 de julio de 1994 
Xavier Rius Sant

Todos aquellos que han estudiado la dinámica de los grupos que se han servido del terrorismo, coinciden  en señalar que el terrorista precisa para realizar sus actos criminales, de una cierta desconexión moral, para desprenderse del sentimiento de culpa.

Este mecanismo suel ser parecido al al que se infunde al soldado a lo largo de su formación para que sea capaz de matar. En unos casos esta necesaria desconexión moral se producirá después de largos periodos de entrenamiento militar, ejercicio o sesiones de adoctrinamiento, disciplina y obediencia. En otros, como se ha dado, en las luchas guerrilleras, guerras civiles, revoluciones y lo que se conoce como grupos terroristas dicha desconexión de produce gracias a una percepción profunda de que se está en una guerra justa unida en ocasiones a un fuerte sentimineto de odio. Y así la muerte d eterceros se justifica por una mística revolucionaria, liberadora, defensora de "los suyos" o religiosa. No obstante, por lo general, ambos componentes se manifientan simultáneamente en mayor o menor grado, tanto en la violencia militar de un Estado, como en las luchas guerrilleras y la llamada violencia terrorista.

Con estos mecanismos de desconexión se consigue, no sólo minimizar o ignorar las consecuencias mortíferas de als acciones bélicas sinó incluso enorgullecerse de las mismas como si los recptores de la acción bélica no fueran seres humanos.

Gracias a ello, un piloto norteamericano no sólo `puede bomabrdear Bagdad sin sentir ningún escrúpulo, sino manifestar con alegría que el fuego destructor parecía un árbol de Navidad;  así se coloca un cohe bomba en un hipermercado o se dispara por la espalda a un guardia civil retirado, con la creencia que se forzará al Estado a una negociación, y se puede asesinar a un europeo en Argelia, sin ningún tipo de reparo   y el sentimiento profundo que se obedece al mandato de Alá.

A medida que el apoyo social a esa lucha disminuye, y las razones objetivas o subjetivas que la justican como una "guerra justa" decrecen o desaparecen, la  desconexión mental y moral pasa a sustentarse casi exclusivamente en la obediencia y el fanatismo. Se levanta un muro mental entre "nosotros que luchamos por los nuestros", y aquellos supuestos "nuestros" por los que luchamos. Es la versión revolucionaria del "todo por el pueblo pero sin el pueblo". Es el sentimiento de vanguardia iluminada que quiere liberar la masa, supuestamente manipulada por el enemigo, a pesar de ella misma.

La experiencia latinoamericananos muestra hoy en día las dificulatdes que tienen para reinsertarse aquellos que hace una o dos décadasingresarosn en las filas de guerrillas liberadoras. Por ello, el abandono de las armas suele ser más que complejo, no sólo por la dificultat del olvido y el perdón mutuo, sino por las tentaciones qu eunos y otros tienen que vencerpara no volvera  lanzarse al monte. Recordemos tan solo los enfrentaminetos que se vivieron el pasado año en Nicaragua, cuando antiguos somocistasbautizados como "recontras" se alzaban en armas, mientras sandinistas desilusionados o "recompas" se enfrentaban con sus compañeros del Ejército.

Por ello es erróneo lanzar las campanas al vuelo tras el fracaso en las elecciones europeas de Herri batasuna, como si fuera  el principio del definitivo fin de ETA. Es ciertyo que cada vez son menos los que dento y fuera de Euskadi apoyan la estrategia  de KAS, con su brazo político -Herri Batasuna- y su brazo armado -ETA-. Es ciertoque hay muchos presos de ETA que desean bandonar las armas, pero mientras persistan varios puñados  de etarras deseosos de continuar matando, ETA seguirá.

No dan mucho pie al optimismo, las valoraciones que los líderes de Herri Batasuna han hecho sobre su fracaso electoral, que han repetido aquella famosa máxima que "una cosa es el voto, y otra la voluntad popular". Recordemos si no las declaraciones realizadas por Karmelo Landa el mismo 13 de junio, según las cuales el respaldo a Herri Batasuna es muy superior al resultado de las urnas. En ningún momento han reconocido, por ejemplo, que la causa que en Cataluña hayan obtenido 4.000 votos frente a los 40.000 de 1897 se debe al reguero de muerte dejado pr ETA en atentados como los de Hipercor o Vic.

Es evidente que algunos dirigentes de Herri Batasuna va apeándose de la locomotora del enfrentamiento casi en silencio como hizo Txema Montero o Iñaki Esnaola, pero mientras haya jóvenes de Jarrai dispuestos a tomar el relevo, los violentos y sus cómplices seguirán adelante.
ETA no abadona las armas porque hacerlo significa reconocer que todas las muertes acaecidas tras la amnistía de 1977 han sido inútiles y absurdas. Reconocer que el camino era equivocado, implicaría romper este dispositivo de desconexión del sentimiento de culpa, dejándose de culpar al Estado para asumir la responsabilidad acumulada por cada muerte causada. ETA prefirió en el 77 seguir matando para así tener presos y mártires y retroalimentarse en los espirales de violencia, mientras la condiciones que impulsaron el nacimiento de ETA disminuían,  y sus militantes se enquistaban y encerrabanen un fanatismo miope y autista que els permite hoy en día cometer un terrorismo indiscriminado.

Pero esta miopía y desconexión de la realidad, esta pérdida de los mínimos escrúpulos morales la tienen también muchos de quienes dirigen Herri Batasuna. Si no, no se entiende el cinismo del anuncio electoral que HB publicó en diversos periódicos titulado "A nuestra gente" en los que se consideraba la sucesora de los republicanos españoles, de los anarquistas del campo, de los brigadistas de la guerra civil, de los comunistas d ela posguerra, de Durruti y Machado y animaba a "avivar los rescoldos del fuego de la utopía". El fuego que aviva hoy HB con su apoyo a ETA es el de los coches bomba, los cuerpos mutilados, las piernas de Irene Villa y su madre volando en directo por televisión, las viudas y huéfanos de militares y los cuerpos de los 21 muertos de Hipercor. Pero ni los militantes de ETA ni sus abogados de HB quieren verlo porque caminan autistas por su sendero luminoso.

Xavier Rius Sant es experto en temas de seguridad y defensa.   


YOYES, OCHO AÑOS DESPUÉS
El País, 9 de septiembre de 1994


 Xavier Rius, El País 9 de septiembre de 1994
Mañana se cumplen ocho años de que José Antonio López Ruiz, Kubati, asesinara a la ex dirigente de ETA María Dolores González Cataráin, Yoyes. Sus antiguos compañeros la asesinaron por regresar a España acogiéndose a la amnistía de 1977 y reintegrarse en la sociedad vasca.HB antes del asesinato llenó las calles de su Ordizia natal con pintadas de "Yoyes traidora". Y tras su asesinato, los dirigentes de HB justificaron su muerte. con el argumento de que era lógico que se condenase a un general que deserta y se pasa de bando.En 1987, un año después de su muerte, sus familiares y amigos publicaron el diario que había ido escribiendo desde 1979, cuando abandona ETA. Por ello, ahora que tantos miembros de ETA desean acogerse a la reinserción, mientras otros reconocen en privado que si lo hacen temen acabar como Yoyes, con un tiro en la nuca, y la cúpula de ETA ha llamado a sus presos a realizar una huelga de hambre, resulta paradigmático releer su diario.
Así, en 1985 cuando decidió volver a Euskadi y era recibida en su Ordizia con pintadas contra ella, escribía entristecida: "Hay un fantasma con mi nombre que anda rondando por ahí, un fantasma que se vino gestando desde hace años. La gente crea mitos para bendecir o condenar, poniendo en el exterior el objeto de sus pasiones". Para unos era una manera de atacar al PSOE. Otros la presentaban como, la etarra que al reconocer la perversidad del independentismo renegaba de sus ideas. Para HB, era una desertora.
Antes, cuando en 1979 rompe con ETA para instalarse en México, frente a las críticas de sus compañeros escribía con tristeza: "No, no quiero que hablen de mí. No tienen derecho a juzgarme, sólo quiero que me respeten como un ser íntegro en sí mismo, quiero que reconozcan el derecho a mi libertad".
Después de la muerte de Yoyes ocurriría la masacre de Hipercor, la de Zaragoza y tantas otras. Txema Montero, el flamante eurodiputado, acabaría por abandonar HB criticando los métodos de ETA. El también dirigente de HB Iñaki Esanola, defensor de uno de los autores del asesinato de Yoyes, también dejaría Herri Batasuna. Y presos como Guillermo Arbeola, que fue cabeza de lista de HB en 1987 en las elecciones para el Parlamento navarro, se acogieron a la reinserción.
Pero pese a ello, algunos como Jon Idígoras o Floren Aoiz siguen justificando los asesinatos. Las declaraciones de Aoiz comparando el asesinato del general Veguillas con el atentado a Carrero Blanco muestran la ceguera de quienes están al frente de HB. Hechos como el rechazo a la lucha armada expresado por José Miguel Latasa, Fermín, uno de los autores del asesinato de Yoyes, o las manifestaciones, posteriormente desmentidas en Egin, de José Antonio López Ruiz, Kubati, autor material de los disparos a Yoyes, en las que reconocía que cuestionar a ETA significaba acabar él en la fosa, muestran la tensión que vive el colectivo de presos.
El mayor daño a ETA
La reinserción, que ahora critica el PP en un claro alarde de oportunismo, es el mayor daño que se puede hacer a ETA, y por ello ETA la teme y ataca allá donde más puede doler. Asesina a militares como el, general Veguillas o al policía nacional José Santana mientras jugaba a las cartas en una sede el PNV, o in tenta quemar vivos a dos ertzainas. Habiendo abandonado las armas el IRA, ETA se queda ya sin referentes y combate la reinsección. Pero, como escribió Yoyes antes de morir, ETA y HB se han convertido en "payasos de un militarismo de corte fascista que lo único que saben hacer es aplaudir los atentados y pedir más muertos. Han tergiversado, el contenido de la alternativa KAS confundiendo los medios con los fines, ( ... ) para darles la interpretación milita rista, en vez de política".
Yoyes no pudo cumplir su sueño de pasar desapercibida tras su vuelta y vivir en Euskadi con su familia. Tampoco quería ser un símbolo de nada, ni de nadie. Pero pese a ella misma, ocho años después de su muerte, sus palabras recobran más sentido que nunca, más sentido tal vez del que ella mismo quiso darles.
Xavier Rius Sant es especialista en temas de seguridad y defensa.



 SILENCIO PACIFISTA

  XAVIER RIUS I SANT
La gravedad de los recientes atentados de ETA en Cataluña tampoco ha logrado sacar de su persistente actitud de silencio al movimiento pacifista. Según el autor, la pasividad ante las muertes, los secuestros y las extorsiones de los terroristas pone en cuestión los objetivos de las organizaciones que se reclaman del pacifismo
 El País, 16 de julio de 1987, Xavier Rius
 Muchas cosas han ocurrido recientemente en Cataluña a las que el movimiento pacifista no ha dado respuesta. Así, ese movimiento, que tras las matanazas israelíes en los campos palestinos, el ataque norteamericano a Libia o la visita de Reagan a Madrid, se movilizaba, no ha salido a la calle o ha realizado lamentaciones ambiguas ante el atentado de ETA en Tarragona o la mantanza alevosa de Hipercor.Ello es debido en parte a que el Movimiento Comunista (MC) y la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), fuerzas políticas con más implantación en la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP), pidieron el voto e hicieron campaña en favor de Herri Batasuna (HB). Tras la derrota del referéndum, la Plataforma Cívica por la Salida de la OTAN, controlada por el Partido Comunista de España (PCE), se disolvió, mientras que los sectores de la CEOP no adscritos a partidos, como los grupos ecologistas, no violentos, objetores, colectivos de la revista En Pie de Paz, etcétera, se fueron automarginando de la Coordinadora Pacifista por imposibilidad de llevar a la práctica una estrategia distinta a la que decidían el MC y la LCR.
Para conseguir los votos que necesitaba HB fuera de Euskadi para acceder a un escaño, se crearon los comités de apoyo a HB, formados por el MC y la LCR, juntamente con unos grupos independentistas catalanes y gallegos. Es cierto que HB y ETA no son una misma cosa, pero el incluir dicha coalición a presos etarras como candidatos a lehendakari o a la presidencia de Navarra demuestra que existe dicha relación.
Ahora bien, si fueron estos partidos extraparlamentarios quienes pegaron los carteles e hicieron de interventores en las mesas electorales, los argumentos para votar HB los dieron Barrionuevo y Roldán con las actuaciones de la Guardia Civil en Reinosa; policías y magistrados barceloneses, al detener los unos y condenar los otros a un grupo de jóvenes del distrito de Nou Barris, de Barcelona; Solchaga, con su política social, y los jueces andaluces, con su persistencia de encarcelar a jornaleros.
Antes de las elecciones, ETA mataba a policías, y ni HB, ni el MC, ni la LCR, ni el Moviment de Defensa de la Terra (MDT) lo condenaba. Antes de las elecciones, ETA mató a Yoyes, y los partidos con más fuerza en la CEOP callaron. ¿Con qué autoridad moral se puede criticar al ministro Serra por reimplantar la pena de muerte en el Código de Justicia Militar, si se pide el voto para HB y no se condenan las ejecuciones de ETA?
¿Cómo se puede luchar contra la ley antiterrorista y no criticar secuestros en los que tampoco se goza del derecho de un abogado, con la salvedad de que en alguna ocasión han acabado con un tiro en la nuca? ¿Cómo pueden encabezar abogados madrileños asociaciones contra la tortura si piden el voto para HB? ¿En base a qué se puede criticar el aumento de los presupuestos militares y la venta de armas al Tercer Mundo, si se apoya a una fuerza política que incluye en sus listas a miembros de una organización militarista que se rearma y mata cada vez más?
¿Qué credibilidad pacifista tiene aquel que apareció durante la campaña anti-OTAN en los televisores y periódicos como máximo representante de la coordinadora pacifista pidiendo el no a la OTAN en nombre de la paz, si luego aparecen colaboraciones suyas pidiendo el voto para una coalición que incluye entre sus candidatos a presuntos autores de los atentados? ¿Con qué autoridad moral se puede criticar la proliferación de centrales nucleares, mientras se pide el voto para la coalición que defiende, comprende o justifica a quienes estuvieron a punto de causar una catástrofe en Tarragona? ¿Es volando un complejo petroquímico como se lucha por "un mundo en paz y ecológico"?
Lamentaciones hipócritas
Tras los atentados de Tarragona y Barcelona, ETA lementó haber cometido un error en Hipercor, HB criticó el atentado sin condenarlo y el MC de Cataluña, juntamente con la LCR, el MDT y los otros grupos que formaban el comité de apoyo a HB en Cataluña, los condenaron, pero se reafirmaban en su apoyo político a HB. Ahora bien, mientras la coalición abertzale no deje de incluir a etarras en sus candidaturas, sus palabras de condolencia sólo serán lamentaciones hipócritas. Estas lamentaciones, críticas y condenas, sólo se han producido al haber causado el atentado víctimas inocentes, lo que significa que no condenan los atentados contra víctimas culpables, lo cual es la aceptación mayor de la pena de muerte, tanto por parte de HB como por dichos dirigentes pacifistas.
España, con todas sus imperfecciones, a pesar de las reaccionarias declaraciones del ministro del Interior, es un régimen democrático. En una democracia, los derechos humanos no son algo adjetivo, sino sustantivo. No tienen color ni ideología, son para todos. No se puede seguir permitiendo que los partidos con más implantación en el movimiento pacifista defiendan los derechos humanos de unos y no de otros. Las acciones violentas de los milis no son justificables por la existencia real de casos de tortura en España.
El derecho legítimo a la autodeterminación de los pueblos puede defenderse con medios pacíficos. No se puede justificar eternamente a ETA en base a que su violencia es la respuesta a otra anterior.
Llamo al movimiento pacifista a que, conjuntamente con las asociaciones pro derechos humanos y contra la tortura, sin abandonar las campañas contra las bases norteamericanas, la objeción fiscal o la lucha contra la ley antiterrorista, inicien una campaña contra la pena de muerte, en un momento en que muchos sectores del pueblo español reclaman su reinstauración. Pero una campaña que se oponga a toda aplicación de la pena de muerte: ni a los etarras ni a los empresarios que defraudan a ETA, los policías o los porteros de noche de empresas con capital francés.






 PEPE REI, GALINDO, LA UCIFA Y BELLOCH
El Mundo, 21 de novembre de 1994




















GENERALATO NO ES IMPUNIDAD. Análisis del ascenso a general de Enrique Rodríguez Galindo que dirigió la lucha contra ETA y está imputado por los GAL
El Mundo, 22 de agosto de 1995


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