Xavier Rius Sant, El Triangle, dimecres 27 de desembre de 2023
Una de las consecuencias de la guerra de Gaza es que ha dejado en el olvido a otros conflictos y vulneraciones de los derechos humanos. Conflictos que han desaparecido de la actualidad informativa y verán recortada la ayuda de la que dependen. Es el caso de los desplazados de las la guerra de Sudán, de los Rohingyas en Bangladesh o de los saharauis en Tinduf, Argelia.
En el caso de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, la ayuda ya había disminuido hace cuatro años a causa de la Covid cuando dejaron de hacerse tanto las vacaciones de verano de miles de niños saharauis en España que eran acogidos por familias como los viajes de Semana Santa y diciembre en vuelos chárteres con los que muchas de estas familias de todo el Estado se desplazaban a los campamentos para ver a los niños. Y tanto en septiembre al volver los niños al Sáhara como cuando llegaba la visita de las familias acogedoras recibían un importante donativo. Tras el paréntesis de 2020 y 2021, en verano de 2022 se reanudaron las vacaciones de niños en el Estado español, pero por un número menor.
Hace tres semanas viajé a los campos de refugiados de Tinduf con sesenta catalanes que iban a ver a los niños saharauis. Unos niños y niñas que son nietos de los habitantes de la antigua provincia española del Sáhara Occidental que tuvieron que huir a Argelia cuando en 1975, aprovechando la agonía del general Franco que se había comprometido con la ONU a descolonizar el territorio, fue ocupado por Marruecos, iniciándose una larga guerra. Como a Marruecos le era imposible controlar el desierto, construyó un muro de más de dos mil kilómetros con el que se quedó con el 70% del territorio y el Frente Polisario el 30 restante. Pero sin embargo los soldados marroquíes, que no se adaptaban al clima, caían en reiteradas emboscadas y se rendían. La guerra duró hasta 1991 cuando los independentistas saharauis del Frente Polisario y el rey Hasan II de Marruecos aceptaron un plan de paz por el que la ONU organizaría un referéndum en el que tanto los refugiados del Tinduf como los saharauis que se quedaron en el territorio que ocupaba Marruecos decidirían si querían ser independientes o formar parte de Marruecos. Y se declaró un alto el fuego que duró 30 años con una fuerza de paz, la Misión de Naciones Unidas por la celebración del Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) que se encargó de realizar el censo por el referéndum previsto para 1997 y verificar el cumplimiento del alto el fuego.
Lamentablemente la MINURSO no actuó para verificar el cumplimiento de los derechos humanos en el territorio ni proteger a los saharauis que luchaban pacíficamente por la independencia. El Polisario como muestra de buena voluntad liberó a los más de dos mil prisioneros. Pero a la hora de la verdad Marruecos se echó atrás poniendo más obstáculos y presionando a España con Ceuta y Melilla o dejando salir más pateras, si hacía algún gesto en favor del referéndum. Pidió que los colonos marroquíes también pudieran votar, cosa que el Polisario aceptó, pero entonces Marruecos volvió a rechazar el referéndum al darse cuenta de que muchos de ellos habían acabado simpatizando con el Polisario y sus hijos liderando las protestas en las ciudades de Aaiún y Smara. Y hace tres años cuando Marruecos, sin que la MINURSO lo impidiera, desplegó tropas en una franja en el sur, más allá del muro de separación, el Polisario dio por roto el alto el fuego y volvió a la guerra. Un retorno a las hostilidades que no ha modificado la situación. El único cambio ha sido un acercamiento de Pedro Sánchez a Marruecos.
Cuando estuve en los campamentos en 1997, año en que debía hacerse el referéndum, encontré un pueblo viviendo en jaimas esperanzado. Años más tarde a medida que el referéndum se demoraba, el panorama de los campamentos de Tinduf cambió construyéndose junto a cada jaima una pequeña casa de ladrillos de adobe. Ahora cuando he vuelto me he encontrado con que la uralita y el cemento está sustituyendo a las jaimas y mucha gente ha abierto una tienda o un taller, lo que quiere decir que piensan que no volverán a corto plazo a su tierra. Conversé sobre estos cambios con el presidente del Parlamento Saharaui, Hamma Salama, y reconocía que el Polisario no podía interferir en ese cambio económico porque si quisiera regularlo o cobrar impuestos a quienes inician actividades debería dar derechos como la seguridad social. Y de momento lo único que hace el Frente Polisario es gestionar con la Media Luna Roja los repartos de la ayuda humanitaria de forma igualitaria. Una ayuda que, ha disminuido un 25% pero que a consecuencia de la subida de precios y la disminución de los donantes en breve será menor.
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