No pasaron ni 24 horas de la clausura del congreso del PP en el que Núñez Feijóo se postuló para ser el próximo presidente de España sin hacer cordón sanitario a Vox, es decir aceptando sus votos, pero excluyendo gobernar en coalición con Santiago Abascal, que la portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales de Vox, Rocío de Meer, expuso la propuesta de expulsar a ocho millones de extranjeros e hijos de extranjeros, muchos de ellos ya nacionalizados españoles. Una propuesta imposible de realizar sin modificar la Constitución por lo que se refiere a los hijos de extranjeros que obtuvieron previamente la nacionalidad española, como es el caso de muchos latinoamericanos. Y que exigiría para el resto la modificación del Código Civil, ya que actualmente sólo se puede retirar la nacionalidad a personas de origen extranjero condenados por delitos muy graves. Y retirar el permiso de residencia permanente en España, que es a la vez un permiso para todo el territorio de la Unión Europea, sin una condena judicial o una acusación de terrorismo, tampoco es posible. Posteriormente ante el revuelo creado Abascal matizó que no proponía expulsar ocho millones sinó únicamente “a los que no respetan a las mujeres, importan una religión extraña, delinquen o han venido a vivir del esfuerzo de los demás”
Siendo los partidos ultras y nacioalpopulistas euroescépticos primera o segunda fuerza política en muchos estados de la Unión, Abascal no quiere conformarse en continuar como tercera y comodín de investidura del PP. Ya lo demostró hace un año cuando abandonó los ejecutivos regionales en los que gobernaba con el PP. Pese a que el futuro de Pedro Sánchez puede cambiar si el caso Koldo, Ábalos y Cerdán aporta indicios que tras la trama estaba la financiación del partido, no parece que los socios de investidura vayan a provocar su caída. Así en las próximas elecciones, sean anticipadas o en 2027, lo que pretende Vox si continua como tercera fuerza y los escaños del PP y Vox suman la mayoría, investir a Feijóo pese a que rechace la mayoría de sus condiciones programáticas, pero quedándose en la oposición. Abascal sabe que confrontando como ahora desde la tribuna del Congreso con Pedro Sánchez, poco rédito puede obtener. Pero en cambió si a quien rebate cada semana es un presidente del gobierno del PP, al que reprochará continuar obedeciendo a Bruselas en inmigración, agenda verde, etc., confía que eso sí le permitiría dar el sorpaso y superar en las siguientes elecciones al PP.
En Cataluña parece que Salvador Illa sí aguantará los tres años que quedan de legislatura, siempre y cuando el PSC no se vea salpicado por la trama. Y será en dichas elecciones catalanas previstas para 2028 en las que las encuestas auguran un exponencial incremento de Aliança Catalana. Pero previamente habrá elecciones municipales en las que Aliança espera conseguir bastantes alcaldías. La duda que tiene Aliança es hasta dónde hacer crecer el partido y el número de municipios en los que presentar candidaturas sin que se les vaya de las manos con listas nutridas de nuevos afiliados. Elecciones en las que competirá con Vox con propuestas similares, pero también con Junts. Por ello Sílvia Orriols el pasado febrero cuando presentó la moción de confianza que abría la puerta a una moción de censura, en el fondo deseaba perder temporalmente la alcaldía para victimizarse, centrarse en la extensión del partido y poder estar más días en el Parlament que es donde obtiene visibilidad.
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