divendres, 4 de març del 2022

Ucrania, Belarra, Echenique o la CUP. La incoherencia de algunos que apoyaron la resistencia kurda en Rojava, el retorno a las armas del Polisario y acudían cada año emocionados a los homenajes a las Brigadas Internacionales

 

La decisión del gobierno de España de enviar armas a Ucrania ha motivado que diversos dirigentes de Podemos como la ministra Ione Belarra o su portavoz en el Congreso de los Diputados, Pablo Echenique, se hayan opuesto públicamente afirmando que la presión a Rusia debe ejercerse exclusivamente mediante sanciones y la por la vía diplomática. Una brecha importante en el gobierno de Pedro Sánchez, si bien otros dirigentes de Podemos como la vicepresidenta Yolanda Díaz, han avalado públicamente el envío de armas. Por su parte en el Parlamento Europeo los eurodiputados de Bildu, Izquierda Unida y algunos de Podemos se desmarcaron de la mayoría de la cámara votando en contra a la resolución de apoyo a Ucrania. Llamativa fue la imagen en el Pleno del Congreso del pasado miércoles en que, tras la intervención de Pedro Sánchez anunciando la posición del Gobierno, los ministros Alberto Garzón y Joan Subirats se pusieran en pie aplaudiendo al presidente, mientras Ione Belarra e Irene Montero se mantuvieron sentadas.

Esta negativa a apoyar el envío de armas a Ucrania motivó que la comunidad ucraniana de Cataluña se demarcara de la concentración contra la guerra que tuvo lugar el miércoles en Barcelona dado que los convocantes dejaron claro que se oponían a la misma y a toda acción de la OTAN, y se leyó un manifiesto de “No a la Guerra”, más propio de otros conflictos y otros agresores, como la Guerra de Iraq. Manifiesto, desde mi punto de vista, totalmente fuera de lugar y de contexto frente la brutal agresión rusa. 


 

Respeto la posición de colectivos pacifistas que ante toda guerra se han opuesto a la ayuda militar a los agredidos e incluso, desde la filosofía no-violenta gandhiana, cuestionan el derecho de las víctimas a defenderse con las armas. Pero la mayoría de los que ahora desde una supuesto pacifismo se oponen al envío de armas a Ucrania, colgaban en sus redes sociales hace unos pocos años reiterados mensajes de apoyo a las brigadas kurdas de Kobane, el Kurdistán sirio, sobretodo las brigadas de mujeres que tomaban las armas, y publicaban emotivos mensajes cuando algunas de estas guerrilleras morían en combate. Guerrilleras que por cierto, como la buena parte de la resistencia kurda empuñaban armas facilitadas por Estados Unidos y otros países de la OTAN. De la misma manera, cuando hace algo más de dos años el Frente Polisario decidió romper el alto el fuego con Marruecos, estos dirgentes de Podemos, Izquierda Unida, Anticapitalistas y la CUP, que ahora rechazan el apoyo al ejército y al pueblo ucraniano que se defiende de la agresión rusa, mostraron su apoyo a esta ruptura del alto el fuego anunciada y vuelta a la guerra por el Frente Polisario.

Esta negativa de parte de sectores de la izquierda a apoyar que los agredidos se defiendan y reciban apoyo militar por parte de países miembros de la OTAN, ya se dio en los años noventa cuando la OTAN o países miembros de la misma actuaron para detener en Bosnia o Kosovo el genocidio perpetrado por el ejército yugoslavo y las milicias serbias. Primero ante la pasividad internacional  se decía que a diferencia de la primera guerra de Iraq, la de 1991, no se defendía a bosnios o kosovares porque allí no había petróleo. Pero cuando en 1995 y 1999 se actuó para detener el genocidio y la limpieza étnica, estos sectores de la izquierda también lo rechazaron siendo Julio Anguita quien lo expresó con mayor claridad al afirmar que “se bombardeaba a Milosevic porque era de izquierdas”.

Ahora estamos ante un loco, Valdimir Putin, que creía que invadiría Ucrania en tres días como hicieron los tanques soviéticos en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968. Y al no conseguirlo, pretende aplicar la misma devastación con la que aplastó Chechenia en 1999 o hace cinco y seis años en los territorios de Siria controlados por los islamistas del Frente Al Nusra y el Estado Islámico, añadiendo además a las ciudades ucranianas la estrategia del cerco y hambre que aplicaron los nazis frente al pueblo ruso en Stalingrado y Leningrado.  

Estos izquierdistas que ahora rechazan que se ayude a defenderse al pueblo ucraniano, por cierto, criticaban a las democracias liberales por optar por la neutralidad ante la Guerra Civil española y se enorgullecían que Rusia sí hubiera tomado partido enviando armas a la República, a la vez que se emocionaban cada año en los homenajes a los miembros de la Brigadas Internacionales que vinieron a España a defender la causa de la libertad. Pero ya se sabe, en este mundo tan complejo y cambiante para algunos cerrados de mente y con el pensamiento crítico oxidado, ni todas las víctimas son iguales, ni todos los agresores deben ser combatidos.

Xavier Rius Sant                  

 Concentración en Barcelona del pasado miércoles de la que desvinculó la comunidad ucraniana por el rechazo de los convocantes a la ayuda militar de la OTAN a Ucrania.

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