dimarts, 8 d’agost del 2023

La renuncia de Iván Espinosa y la marginación de Ortega Smith un año después de la marcha de Olona, reafirma el funcionamiento sectario de Vox con Buxadé y Garriga al timón con el permiso de Abascal que aparenta estar al margen

                                                                  


Hacía semanas que yo anunciaba desde este blog y desde otros medios que Iván Espinosa de los Monteros, el portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados y fundador del partido, estaba siendo apartado de los órganos y círculos de decisión del mismo y que diputados afines a él como Rubén Manso y Víctor Sánchez Real habían sido excluídos de las listas del 23 de julio. Espinosa pese a ir de número tres en la lista al Congreso por Madrid no iba a ser revaliadado como portavoz en el Congreso de los Diputados y ya no participaba en las reuniones de los lunes por la mañana del reducido Comité de Acción Política, máximo órgano de dirección controlado por el vicepresidente Jorge Buxadé y el secretario general Ignacio Garriga. Así mismo mostré mi sorpresa por el hecho que el también vicepresidente de Vox, Javier Ortega Smith, no estuvo presente en la sede del partido en la calle Bambú la noche electoral del 23 de julio. 

La renuncia al escaño anunciada ayer por Iván Espinosa constata la deriva que está tomando Vox en la que con Abascal aparentando estar al márgen, los dos catalanes y miembros del Opus Dei, Jorge Buxadé e Ignacio Garriga gestionan el día a día del partido. La renuncia de Espinosa tras apartarse a Sánchez Real y a Rubén Manso, responsable del programa económico del partido, no significa necesariamente una victoria del sector falangista, proteccionista en lo económico y que añora un régimen autoritario, frente al ultraliberal que no cuestiona la democracia pero propone una reducción o desaparición de la intervención del estado, reducción de los subsidios y la carga fiscal a las empresas. Espinosa tenía como referente a l'ex primera minsitra británica Margaret Thatcher.  Vox también está invisbilizando a la vicepresidenta de la comisión de Agricultura de la Eurocámara, Mazaly Aguilar, histórica del partido al que ha sido fiel en las duras y las maduras. No es una victoria del sector falangista ya que en Vox no hay nadie con un pasado falangista más claro que Javier Ortega Smith que también ha sido apartado.  Es la victoria de una corriente que se ha impuesto con el visto bueno o por decisión de Abascal para convertir Vox más en una secta antiglobalista, ultra católico, sin resquicio alguno de democracia interna que añora un régimen autoritario, que en un partido de la ultraderecha o la derecha radical, crítico con la inmigración masiva, la acogida de refugiados, los acuerdos de la Unión Europea y los avances del feminismo, pero respetuoso con la separación de poderes. Está por ver si la retirada de Espinosa tendrá consecuencias en lo referente de los apoyos de los poderes económicos y grandes empresas a Vox al ser el padre de Iván Espinosa una persona muy relacionada e influyente por su trayectoria en Iberia, Inditex o la Marca España.

Como explico en mi último libro "Vox. El retorno de los ultras que nunca se fueron", publicado hace cinco meses,  Jorge Buxadé es una persona muy trabajadora y cerebral con objetivos a medio o largo plazo que suele conseguir, y como detalla en su libro "Soberanía, Porquè la nación es valiosa y merece la pena defenderla", rechaza el estado autonómico y de partidos, en el que mucha gente ha abandonado al fe católica, considerando Buxadé que se ha creado un ser desarraigado que buscará la felicidad en el consumo desfrenado, el sexo desordenado antinatural y se dejará embaucar por las agendas globalistas que a su parecer, destruyen la patria y la familia. Además Buxadé considera un hecho antinatural el laicismo y los cambios sociales y las propuestas de la Agenda 20/30, el feminismo y los derechos LGTBI. 

Por su parte  lidera Vox el también catalán, Ignacio Garriga, ahora secretario general de Vox, un hispano guineano de color que en el municipio clasista de Sant Cugat del Vallès donde nació y vivió, en ocasiones se sentía más acogido dentro de una iglesia donde todos seríamos iguales a los ojos de Dios. Y si Buxadé añora los modos de participación sin partidos políticos propios del franquismo, como la familia, el sindicato y el municipio, Ignacio Garriga, se siente elegido, ungido para dar un paso al frente y luchar para que los españoles recuperen esa libertad arrebatada por los políticos y los progres los últimos 45 años.  Garriga añora la libertad que según él sí tenían los españoles doce o quince años antes de que él naciera. Y ellos dos gestionan el día a día, con un Santiago Abascal Conde que sin oficio ni profesión conocida se asegura su futuro, al establecer los estatutos de la Fundación Disenso -regada ahora con cinco millones de euros por Vox-  de la que él es y será el presidente vitalicio de dicha fundación. Abascal intenta mantenerse al margen de la limpieza de diputados y fundadores como máximo líder de un partido cuyos militantes en marzo de 2020 no pudieron votarlo ya que la suya fue la única candidatura que consiguió los avales y se permitió que se presentará para liderar Vox, y los estatudos de Vox dicen que si sólo hay un candidato para liderar el partido, debe ser proclamado sin someterse a la votación de los militantes en la asamblea general. Así funciona Vox, partido del que Espinosa de los Monteros es su última víctima. Además de Buxadé y Garriga, también han ganado poder Kiko Méndez Monasterio sin cargo orgánico -ex dirigente de Alianza Nacional y de Alianza por al Unidad Nacional-,  Ignacio Hoces, que redactó las listas electorales y puede ser el nuevo portavoz en el Congreso, y el mismo Enrique Cabanas, vicesecretario de Presidencia, de momento siempre pegado a Abascal.  

Y si Espinosa de momento no hablará, es porque su mujer, Rocio Monasterio, todavía es la líder de Vox en la Asamblea de Madrid. Asamblea en la que tras la mayoria absoluta de Isabel Díaz Ayuso, Vox ha pasado a ser irrelevante. Puede que antes que ella acabe cayendo Javier Ortega Smith, sobretodo si se repiten elecciones en enero y es relegado en las listas. Ortega esta mañana en un tuit ya ha hablado más de la cuenta. 

¡Ah! Todos los periodista que me han llamado hoy me han hecho la mismo pregunta. ¿Inicia Vox una caída como la de Ciudadanos? Evidentemente si se repiten elecciones en enero, y más si la candidata del PP fuera Ayuso, Vox todavía perdería más votos y escaños en favor del PP.  Que desaparezca como Ciudadanos lo veo improbable. 

         


  Actualizado: Federico Jiménez Losantos y Alvise Pérez, comunicadores que en su día apoyarona Vox se pronuncian contra Abascal y Buxadé:

 


                                                    oo

 

 

 

 


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