Hace dos semanas se estrenó en en las pantallas la película ‘Zona Hostil’, del director debutante Adolfo Martínez,
que cuenta unos hechos reales ocurridos en Afganistán en 2012 a las
tropas españolas y al helicóptero Super Puma MEDEVAC (evacuación
médica), que volcó al aterrizar, cuando acudía a rescatar a dos soldados
estadounidenses heridos tras haber pisado una mina su vehículo.
Lo
significativo de la película no es el intento de recuperar el
helicóptero sanitario con otro de carga, sinó el ataque talibán que
sufrieron las tropas españolas durante la noche y la mañana siguiente y
la actuación de los militares españoles, también de los miembros de la
unidad médica, cuya capitán interpreta magistralmente Ariadna Gil, que
hace el papel de la capitán Varela. Roberto Álamo, galardonado con un
Goya por "Que Dios nos perdone", hace del piloto capitán Torres,
Antonio Garrido de Comadante Ledesma y Raúl Mérida de Teniente Conte.
La
película, con un ritmo trepidante, que tras una escena inicial,
transcurre toda en menos de 24 horas, vemos como los protagonistas deben
enfrentarse a una serie de situaciones no previstas como el volcado al
aterrizar del helicóptero de rescate, al cerco y ataque de los
talibanes durante la noche y primeras horas de la mañana, finalizando
con la llegada de cuatro helicópteros con la luz del día que derrotan a los
insurgentes y rescatan al helicóptero accidentado.
La película
muestra el lado humano de los soldados con una Ariadna Gil, capitán Varela, que en un momento debe decidir entre abandonar al soldado
herido que atiende en medio de la batalla, para desenfundar su arma y matar al taliban que lucha contra el teniente Conte.
La película rodada en Almería, muy bien realizada, entra un en género, el bélico, del que casi está asusente el cine español, a excepción de films también ambientados en el contexto de misiones internacionales, como Guerreros, de Daniel Caparroso, estrenada en 2002, y quizás, pese a que los
protagonistas no eran los soldados sino los periodistas españoles, Territorio Comanche, de Gerardo
Herrero en 1997.
No obstante, pese haber manifestado su director su voluntad de no centrarse en la guerra o sus causas o consecuencias, sinó en los soldados, tal vez por transcurrir toda la acción en un solo día, no profundiza en tres conflictos personales distintos que muestran los protagosnistas. Ariadna Gil, que tras la muerte de una niña afgana en una intervención en el helicóptero, decide dejar el ejército para asumir la dirección de urgencias del Hospital Clínico de Madrid, el de su cuñado en la película, el capitán Torres, Roberto Álamo, cuya mujer harta de estar sola le pide el divorcio y, quizás el más interesante, el del joven teniente Conte, al mando de la unidad, algo engreido en las primeras escenas. Conte es hijo de un general fallecido y sus humos o su sobermia són más un lastre que una ayuda a la hora de afrontar el mando en esa noche de combate. Y su vida será salvada por la capitán médico que en un momento, no sabemos si por salvarse a ella misma o por salvar al teniente que es acechado cuerpo a cuerpo por un talibán, abandona al herido, desenfunda la pistola y dispara con la misma eficacia que aplica el bisturí. Una escena que me recuerda otra no tan dramática de un episodio de Combat Hospital (emitida en TV3 bajo el titolo "Hospital de Campanya"), en la que el oficial médico que interpreta Elias Koteas, en una operación en la que interviene la doctora recién llegada que encarna la sexi Michelle Borth, deja el bisturí y desenfunda su pistola para matar a una serpiente que rondaba por el quirófano y se acercaba peligrosmente.
Comparaciones a parte, al film se le puede criticar tal vez parecer en algún momento un spot promocional de las Fuerzas Armadas y también, que no genere en ningún momento empatía o comprensión de porqué luchan los talibanes contra las tropas extranjeras, los cuales son aniquilados como cucarachas al llegar los helicóperos de combate, Tigre, con la primera luz del día.
Y si en el film de Adolfo Martínez los soldados españoles salvan a dos estadounidenses heridos y completan con éxtio su misión, en el libro de Álvaro Colomer, "Aunque caminen por el valle de la muerte" (Literatura Random
House), el Ejército español no queda precisamente nada bien. Colomer relata la actuación de las tropas españolas de la Brigada Plus Ultra en Najaf y Kufa el 4 de abril de 2004. Aquel día la base española fue atacada por la insurgencia chiíta de la milicia del Ejército del Mahdi, y con un gobierno en funciones de José María Aznar que iba a traspasar el poder a los pocos días al socialista Zapatero, por la decisión de no perder vidas en una guerra de la que España ya se iba, la mayor parte del contingente español se encerró en sus búnkeres o refugios, abandonando por unas horas a las tropas salvadoreñas y a los soldados y mercenarios estadounidenses que estaban en la base Al Ándalus.
Fotografía real de la muchedumbre iraquí que protesta ante la base Al Ándalus el 4 de abril de 2004 poco antes de iniciarse los combates
La novela realizada tras entrevistar a soldados, mercenarios y civiles de diferentes nacionalidades que vivieron la llamada batalla de Najaf, no deja nada bien a los mandos del Ejército Español y del Ministerio de Defensa. Y muestra como quedó el prestigio de las tropas españolas y del Gobierno español tras aquellos hechos, terminando el libro con la retirada de todo el contingente español ordenada semanas más tarde por el gobierno socialista, y con unos soldados que, sin el apoyo logístico de las unidades de otros países de la coalición, abandonan Irak tildados de cobardes.
La novela se centra en las vivencias de un sargento español, de un joven insurgente chiíta que se estrena en el combate, en un sargento de la Guardia Nacional de Alabama, en un coronel salvadoreño, en un mercenario de una empresa de seguridad americana, en un diplomático estadounidense con vocación de poeta que no es consciente de dónde se ha metido, y en un capitán de los Marines cuya esposa tiene cáncer y lo único que desea es volver pronto y vivo a casa.
Pese a que durante el primer año de ocupación, los grupos chiítas del llamado Ejército de Mahdi de Muqtada Al Sadr, no fueron hostiles a los ocupantes de la coalición liderada por Estados Unidos ni a la fallida gobernación del país liderada por el arrogante e ignorante Paul Bremer, el 4 de abril de 2004 estalla la revuelta chiíta en la zona donde estaban las tropas españolas tras la detención que realiza el ejército estadounidense de Al Yacoubi, un dirigente local del Ejército del Mahdi en Najaf, sin haberse comunicado la acción a las tropas españolas que, teóricamente, tenían el mando en Najaf y Kufa. E incluso corre la voz que los soldados estadounidenses han capturado al líder local, llevando uniformes españoles a fin de obligar a España, que tendrá pronto un presidente contario a la ocupación de Irak, a implicarse en el conflicto.
Y así, pese a que los enlaces españoles con la población y los líderes locales niegan tener nada que ver com la detención de su líder, el 4 de abril la base es rodeada por miles de milicianos armados y de civiles desarmados, iniciándose una batalla en la que perderá la vida algún salvadoreño y estadounidense pero ningún español, la mayoría de los cuales permanecerán las primeras horas en sus refugios cruzados de brazos, mientras mercenarios y soldados salvadoreños y americanos repelen a los milicianos chiítas que, por cierto, mueren por centenares.
A lo largo de la novela, los personajes estadounidenses y salvadoreños, todos ellos con nombre inventados pero con perfiles muy crecanos a otros que allí combatieron, dejan a caldo a los soldados españoles de cuya valentía y capacidada ya dudaban y por los que no sentían mucha simpatía. Recordemos el desaire que hizo unos meses antes el ministro de Defensa español cuando al pasar revista a una unidad de tropas salvadoreñas en su visita al Salvador, se equivocó y dijo: "Griten conmigo !Viva Honduras!".
Colomer dice en el prólogo del libro que la batalla de Najaf fue sin duda la batalla más importante en la que ha combatido el ejército español desde el asedio a Sidi Ifni en 1957. Y por ahora no se estudia su desarrollo en las academias militares de España, de la misma manera que se ha querido olvidar la lluvia de huevos que recibían los vehículos militares españoles al retirarse por orden de Zapatero hacia Kuwait semanas después, en mayo de 2004, o como el toro de Osborne colocado en la Base Al Ándalus, apareció un dia castrado sin téstículos.
Más allá de valoraciones políticas y morales de lo que hicieron o no hicieron las tropas españolas durante el estallido de la insurreción chiíta, de las órdenes que dieron o no dieron sus jefes políticos y militares, y más allá del rechazo que tengamos por lo errónea e injustificada de la guerra que inició George Bush hijo y en la que nos metió José María Aznar, vale la pena leer el libro, para saber qué ocurrió en aquella zona del corazón chiíta donde en 2003 y 2004 estuvieron desplegadas la tropas españolas. Y además, al margen de las opiniones políticas y morales de cada uno, Álvaro Colomer consigue meter al lector en la batalla interior y exterior de cada personaje.
Colomer hace que se empatice y comprenda los miedos, esperanzas y angustias de los protagonistas de una u otra nacionalidad que, por los motivos que sea, estuvieron en dicha batalla. Y en ese contexto unos matan para vivir y regresar sanos y salvos a casa o porque es su profesión, creyéndose algunos además ser el brazo ejecutor de la justicia divina, de su Dios, que es el único verdadero. Otros, al comenzar la batalla, se refugian para no morir, sintiéndose o no como unos cobardes al obecer las órdenes o la ausencia de órdenes de Madrid de no hacer nada, mientras otros se sienten con la necesidad ignorar las órdenes, sea por lo que se conoce como el honor, sea por la convicción que la única manera de salvar el pellejo en aquella situación era combatiendo a los insurgentes. Y evidentement el lector se interroga y se pregunta qué haría él si fuera uno mismo el que hubiera estado allí.
Y termino con esta reflexión, si algún día esta historia llega al cine, no creo que el Ministerio de Defensa colabore entusiastamente como hizo con Zona Hostil.
Y termino con esta reflexión, si algún día esta historia llega al cine, no creo que el Ministerio de Defensa colabore entusiastamente como hizo con Zona Hostil.
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