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Chema Seglers, El Salto Diario, 10 de julio de 2023 (Leer  en El Salto, clica)
  Xavier Rius i Sant (Barcelona, 1959) lleva años 
investigando a la  ultraderecha. La conoce bien. Se encuentra con muchos
 ultras, habla  con ellos, conversa, los escucha. Y luego, este atento y
 riguroso  periodista, escribe libros tan exhaustivos y necesarios como 
Vox. El  retorno de los ultras que nunca se fueron (Akal, 2023). 
 ¿Qué hay  en la entraña de Vox? ¿Cómo se financia? ¿Dónde estaba 
agazapada  esa extrema derecha hasta la irrupción del partido de 
Abascal? Todas  esas preguntas las responde Xavier Rius i Sant, dando 
algunas claves  de la particularidad de la ultraderecha en España. Sin 
embargo, y  Rius i Sant lo explica en esta entrevista, parte de una 
izquierda no  ha sabido confrontar el discurso ultra. Quizá, contando la
 historia  de estos nostálgicos franquistas, podamos desmontar la 
telaraña.        
    Lo primero que me llamó la atención fue el subtítulo del libro:  ‘El retorno de los ultras que nunca se fueron’. Cuéntame.
En
 España, a diferencia de su entorno europeo, los verdes y la  
ultraderecha nunca obtuvieron representación. Jamás ha habido un  
diputado de un partido verde que por sí solo haya tenido escaños;  y, 
desde Blas Piñar, nunca había habido ultraderecha como fuerza  política.
 Por eso, en parte, se decía que en España no había  tanto racismo ni 
xenofobia como en otros países de Europa.
    Sí, se decía.
Después
 de los atentados del 11-M en Madrid, no se asaltaron  mezquitas ni 
locutorios de inmigrantes ni carnicerías halal.  Podíamos ser clasistas,
 pero no racistas. ¿En cambio, recuerdas  Alemania en 2015 con la 
llegada de refugiados de Siria? Cada semana  había ataques a albergues 
de inmigrantes. En España, la  ultraderecha no reacciona solo por la 
cuestión de la inmigración o  por el rechazo a algunas imposiciones 
europeas, sino, sobre todo, por  aquella idea de que España es una y no 
cincuenta y una.
    Comprendo. Herencia 
franquista y alusión a las provincias de España.  En su jerga, ¿la idea 
del territorio y la unidad de la patria?
Exacto.
 Si para Le Pen el enemigo son los migrantes, para Vox el  enemigo 
reside dentro del territorio. No está fuera, sino que está  dentro. El 
enemigo es de casa.
    Siguiendo el hilo del subtítulo del libro, ¿dónde estaba agazapada  esa ultraderecha que terminará en Vox?
Cuando
 Fraga Iribarne acepta la Constitución y el Estado Autonómico,  la 
legalización del Partido Comunista, el consenso, etcétera y  etcétera; 
los ultras desaparecen o se quedan calladitos dentro del  PP. Son esos 
que ahora dicen que con Franco no había violadores y  que se vivía 
mejor. Con el tiempo, muchos de ellos fallecerán. Sin  embargo, en 2013,
 la ultraderecha empieza a reaparecer, justo cuando  Rajoy lleva un año 
gobernando. Para ciertos sectores del PP, como  Abascal y Vidal-Quadras,
 Rajoy era blando y no hacía nada contra la  memoria histórica, el 
matrimonio homosexual, etcétera. Y ante esa  tibieza, este sector duro 
decide crear un partido para las europeas:  Vox, con el cual pretende 
recuperar esa idea de un PP auténtico. Vox  surge de la confluencia de 
dos sectores. Primero, de gente del PP,  como Vidal-Quadras; y luego de 
Denaes, en la que existen tres  corrientes. Abascal, recuperado por 
Esperanza Aguirre; Ortega Smith y  los de las Compañía de Operaciones Especiales [del ejército],
 y finalmente, el ultraliberal Espinosa de los  Monteros. Y al irse 
Vidal-Quadras del partido, Abascal se convierte  en el presidente 
permanente de Vox.
    ¿Qué pasó entre Abascal y Vidal-Quadras? Su relación se rompe.
Abascal
 le reprochó a Vidal-Quadras que hubiera continuado de  vicepresidente 
del Parlamento Europeo hasta el último día cobrando  como eurodiputado 
del PP, sin abandonar el partido; y le argumentó  que así habían dado la
 impresión de que eran casta. En fin, tras  algunas diferencias, Abascal
 decidió prescindir de Vidal-Quadras, y  emprendió esa línea trumpista 
de irreverencia, focalizada sobre  todo en lo identitario.
Buxadé
 es el cabeza pensante que desplaza al sector ultraliberal representado 
por Espinosa de los Monteros. Es el sentido de la patria y la familia
Dentro de la 
ultraderecha de Vox, tu destacas dos figuras. La primera  es la de 
Ortega-Smith, uno de los cabecillas. Destacas su pasado de  joven 
falangista.
Sí. De hecho, para 
que el Ministerio no detectara que Vox era una  escisión del PP, Ortega 
Smith y sus chicos de los boinas verdes  legalizan Vox. Ahora bien, lo 
que interesa saber es cuándo Ortega  Smith consigue acaparar ese espacio
 de la ultraderecha. Justo cuando  queda desarticulada Manos Limpias. Y 
entonces Ortega Smith ya tiene  el territorio despejado para comparecer 
como acusación contra el  ‘procés’, y empieza a recolectar dinero entre 
las diferentes  corrientes ultras.
    La otra figura que destacas es la de Jorge Buxadé: la mente pensante  de Vox, el ideólogo.
Sí,
 sí. Buxadé fue candidato de Falange dos veces. Ha dado charlas  sobre 
la moralidad del sistema de partidos en el Casal Tramuntana, un  local 
neonazi en Barcelona. Él ha sido secretario de la Fundación  Juan 
Boscán, por la que legalmente entra dinero de empresarios para  
financiar Societat Civil Catalana. Buxadé redactará junto a Ortega  
Smith las cien medidas de la España Viva de Vox, el corpus  ideológico 
del partido. Es el cabeza pensante que desplaza al sector  ultraliberal 
representado por Espinosa de los Monteros. Buxadé es el  sentido de la 
patria y la familia.
    En los primeros 
capítulos del libro sitúas al lector en este  universo ultra, y cuentas 
el devenir de las principales formaciones.  Hay un fragmento que 
incluyes muy interesante del ultra Ernesto Milá,  líder del Frente de la
 Juventud, que permite comprender este  fenómeno. Milá reflexiona acerca
 de los problemas que ha encontrado  la extrema derecha. Dice Milá: “La 
extrema derecha no entendió  que, con la muerte de Franco, terminaba el 
franquismo para siempre;  no entendió que el 23-F, la vía golpista se 
cerraba para nunca más  abrirse; no entendió que la misma transición se 
realizó contra la  extrema derecha y que para superar ese aislamiento 
debía copiar  modelos europeos”.
Claro,
 porque los falangistas estaban peleados entre ellos. El  Falangismo es 
un movimiento que quiere derogar los partidos e  ilegalizarlos a todos. 
Entonces, ¿por qué el falangismo pretende  crear un partido? Y esa 
contradicción es la que Milá señala. Al  mismo tiempo, advierte de que 
el comunismo ya no es el enemigo. En  ese sentido, Vox ha sabido jugar 
sus cartas. No critica el comunismo,  sino el consenso progre, el 
independentismo, los podemitas, la  bandera LGTBI, etcétera. Para Vox el
 peligro es que España se  rompa, y el ‘procés’ fue el regalo. La 
ultraderecha falangista  clásica es antimonárquica, aunque Vox se 
presente como el más  monárquico de todos. La ultraderecha, finalmente, 
saldrá de ese  aislamiento cuando se produzca el gran salto, a primeros 
de junio del  2018, con la censura de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy con 
el apoyo  de ERC y Bildu. Ciudadanos denunciará que el PSOE gobierna con
 los  enemigos de España; y luego vendrá por fin la foto de Colón.
    Antes de hablar sobre la financiación de Vox,  quiero preguntarte 
acerca de tus encuentros con muchos ultras. Los  conoce a todos y te 
cuentan cosas. ¿Cómo son esas charlas con los  ultras?
La
 relación con ellos suele ser divertida, con bastante ironía.  Sucede la
 paradoja de que nunca se consideran a sí mismos como  ultraderecha. Se 
definen como identitarios, o nacionales, o  revolucionarios, o patriotas
 españoles; incluso, ‘preferencialistas  para los de casa’, y cosas por 
el estilo. Ellos quieren explicarte  lo malos que son los otros. De 
hecho, ellos vienen a mí porque, en  sus guerras cainitas, si yo afirmo 
que algo de lo que me cuentan es  verdad, ellos se sienten reafirmados, y
 se consideran los buenos. Lo  importante es saber siempre qué es verdad
 y qué es mentira, de los  chismes que te cuentan.
Cuando Vidal-Quadras pretende crear Vox, los Muyahidines le devuelven el favor con donaciones de máximo 15.000 euros
 Lo que intentan, entonces, es instrumentalizarte?
Sí,
 claro. Tú debes obviar lo que te dicen. Por ejemplo, si tu das  la 
cifra de muertos por el nazismo, ellos te responderán que el  comunismo 
asesinó a muchos más. Y esa es su lógica.
    Te entiendo. Vamos ahora a punto que me parece clave y que explicas  con detalle en el libro. ¿Cómo se financia Vox?
Los
 antiguos Muyahidines de Irán, que son los comunistas de Irán  que se 
exilian a Irak, arrastran la etiqueta de grupo terrorista.  
Vidal-Quadras, como vicepresidente del Parlamento Europeo, saca  
legítimamente a este grupo chiita excomunista de la lista de grupos  
terroristas. Cuando Vidal-Quadras pretende crear Vox, los Muyahidines  
le devuelven el favor con donaciones de máximo 15.000 euros. Este  
asunto se destapará cuando Vox entre en el Parlamento Andaluz. Pero,  lo
 grave de la financiación de Vox es que Vox es el negocio de  Abascal, 
porque como es un partido sin estructuras autonómicas  porque niega las 
autonomías, no hay presidente de Vox en Andalucía  o en Cataluña; y 
quien decide qué se vota en el parlamento catalán  o andaluz es un 
comisario político nombrado por Madrid con el dinero  que paga el 
parlamento de turno para su funcionamiento. Y así se  quitan los barones
 territoriales. Todo ese dinero va a Vox. Esto lo  denunció Macarena 
Olona. Durante el último año Vox ha traspasado  cinco millones a la 
Fundación Disenso. ¿Y quién es el presidente  vitalicio de Disenso?
    ¿Quién?
Santiago Abascal Conde.
    Háblame de Abascal.
Cuando
 Abascal pierde el escaño, quiebra el bar de su mujer, le  embargan la 
casa, se divorcia y se queda tirado, él parece a  Scarlett O’Hara de Lo 
que el viento se llevó y proclama la célebre  frase de ‘A Dios pongo por
 testigo de nunca volveré a pasar  hambre’.
    ¿Y luego Esperanza Aguirre se apiada de él y se lo lleva a Madrid?
Exacto.
 Primero, con la Agencia Madrileña de Producción de Datos, y  luego con 
la Fundación del Patrocinio y el Mecenazgo Social, dos  chiringuitos 
donde Abascal cobraba unos cinco mil euros al mes por no  dar golpe. 
Después, la fundación se disuelve cuando él da el salto  para centrarse 
en Vox. Pero, Abascal vive del sueldo como número dos  de los iraníes, 
hasta que rompe con Vidal-Quadras y se convierte en  presidente. La 
dirección de Vox no ha sido votada. Todo lo decide su  Comité de Acción 
Política, el núcleo duro, cuyo portavoz es  Buxadé.
    Antes has hablado de tus encuentros con ultras, de como funciona su 
 lógica. Pero, desde una perspectiva de escena política, de  
espectacularización de la realidad, ¿cómo funciona el discurso de  Vox?
Vox
 pretende provocar. Hace dos años, en las autonómicas madrileñas  con 
pandemia,  los ultras decidieron celebrar la presentación de  candidatos
 en la Plaza Roja de Vallecas. Había más manifestación  antifascista que
 simpatizantes de Vox. ¿Qué pasó? Que empezaron a  saltar los 
botellazos, y lo que hubiera sido un minuto de televisión  se convierte 
en carne de actualidad. A Vox le gusta ir a actos donde  haya ‘merder’. 
Ellos provocan, y con sus provocaciones pretenden  que hablemos de 
ellos. Es importante que Podemos, por ejemplo,  comprenda que no se 
trata de ir a reventar los actos de Vox. Vox es  un partido legal y no 
debemos impedir sus actos, ni  contramanifestarnos, porque si hay 
violencia, siempre ganan ellos  mediáticamente. Es un gran error esa 
idea de que a la ultraderecha  se la combate.
    Será más útil desmontar su discurso.
Sí. Se trata de no utilizar sus argumentos.
    ¿Cuál es el peligro de Vox?
Que,
 si condicionan los gobiernos, pueden influir a nivel judicial,  como 
Orbán, y dinamitar el Estado Autonómico. Mira los casos de  Mallorca y 
Valencia. Piensa en cuestiones como el aborto, el  matrimonio 
homosexual. Más que pensamiento, lo que me preocupa son  los cambios 
legales que pueden suceder si están en lugares de poder.  Se lee en su 
programa de 381 medidas. Quieren derogar avances  sociales, ilegalizar a
 sus oponentes, etcétera.
Leer en El Salto, martes 18/07/2023