Los lamentables incidentes ocurridos en el estadio Meropolitano durante el derbi madrileño con el lanzamiento de objetos, insultos racistas y la libertad con la que acuden encapuchados al estadio algunos miembros del Frente Atlético, han puesto sobre la mesa la evidencia que mientras otros clubs han expulsado de sus estadios a sus hooligans violentos y ultras, el Atlético de Madrid, su directiva, su entrenador y algunos jugadores, continúan siendo complacientes con ellos.
El Frente Atlético se creó en 1982, llamado inicilamente Brigata Rossibianca que se nutría de jóvenes ultraderechistas procedentes de Fuerza Nueva, la OJE, el antiguo Frente de Juventudes, en un momento que era habitual que jovenes neonazis de otros equipos como el Barça o el Madrid, controlaban estas peñas juveniles de seguidores que recibían entradas gratis por parte de las directivas, disponían de local dentro del estadio para guardar sus pancartas, y los clubs ponían autocares a su dispisción para los desplazamientos. Pero mientras Joan Laporta sacó del estadio a los Boixos en 2003, y unos años más tarde hizo lo mismo con los Ultras Sur el Madrid, ello no ha ocurrido con el Frente Atlético.
Los peores episodios de la acción del Frente Atlético son el asesinato por parte de miembros de su facción Bastión, que apuñalaron el 8 de diciembre de 1998 al joven vasco Aitor Zabaleta en las inmediaciones del estadio Calderón poco antes de un partido de la Copa con el Real Sociedad, y la muerte junto al Manzanares de Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, miembro de los Suaves del Riazor Blues, el 30 de noviembre de 2014. Pese a ello el Frente Atlético continuó con su venta de merchandising, su web activa y facilidades para obtener entradas y presencia en el estadio. Sufrió diversas escisones, como la de los Suburbios Firm liderados por un conocido ultra, el Ratilla, algunos de ellos vinculados al desaparecido Hogar Social Madrid. Y algún ex miembro del Frente Atlético, como Antonio Menéndez, "El Niño", acabó liderando su grupo rival, los Ultras Sur.
Evidentemente expulsar a los holigans del estadio, como ocurre con los Boixos, no puede impedir que se produzcan reaparciones esporádicas de los mismos sobretodo fuera de los estadios y cuando el equipo juega fuera de casa y que continuen surgiendo nuevas mutaciones de los Casuals de los Boixos Nois, que formados por los de siempre y por ultras de otras procedencias reclutan cachorros para sus actividades delictivas extradeportivas. Lamentablemente en este momento, pese a que los Boixos Nois no pueden entrar al menos en grupo al campo del Barça, se está produciendo un repunte de los mismos, sobretodo en los desplazamientos fuera de casa como ocurrió al final de la temporada pasada en París en la eliminatoria de la Champions en la que dos miembros del grupo realizaron el saludo fascista y gestos racistas, lo que ha motivado una sanción para el Barça. Y la llegada hace dos meses de un nuevo entrenador, Hansi Flick, de nacionalidad alemana ha motivado que los Boixos hagan públicamente exaltaciones nazis o supremacistas del mismo, dado el origen germánico de este.
Más preocupante es la situación de los Ultras Sur, que pese a ser alejados o arrinconados en el estadio, continuaban con sus acciones delictivas extradeportivas como extorsión, narcotráfico, palizas por encargo o la comisión de homicidos. Y pese a haber aparentemente pasado página de su vida violenta anterior, algunos de ellos como Óscar del Pino, reaparecen. Algo similar a lo que ocurrió con el catalán Genís Vila Pujol, ex Ultras Sur y ex Brigadas Blanquiazules, que tras salir en libertad tóricamente reinsertado tras cumplir media condena por el caso Stroika, recabó en los Boixos Nois y Casuals y sus actividades también de extorsión, robo de drogas a narcotraficantes o palizas por encargo. Esperemos que ahora el Comité de Competición, el Ministerio del Interior y las otras autoridades deportivas obliguen al Atlético de Madrid y a su presidente, Enrique Cerezo, a tomar medidas drásticas. Y ello se aplique también con otros grupos como el malagueño Frente Bokeron.
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